Una vez, un humano pequeño me dijo que quería ser inventor. Para deshacernos ya de esos coches que ensucian el aire e “ir a por el pan en nave espacial”. Y precisamente la creación es una de las cosas más divertidas de vuestra especie: la capacidad que tenéis de crear algo a partir de una necesidad oculta. Aunque claro está, siempre hay errores y esos cacharros que inventáis también pueden volverse en vuestra contra. Por eso, a veces tengo que esquivar a peatones que van pegados a sus smartphones y no son capaces ni de llevar cuidado con un chucho como yo. Lo que sin duda es incuestionable es que los avances científicos nos permiten hallar soluciones para las nuevas –¡y viejas!– necesidades del ser humano y del entorno. Tan importante es que hace ya 70 años que se considera un Derecho Universal, ligado directamente a la construcción de la paz y la igualdad. Es decir, que todas las personas del mundo tienen derecho a beneficiarse y participar de ella. Tengas un brazo, dos, vayas sobre dos piernas, o sobre ruedas… Y este año, amigos sobre ruedas, la ciencia ha pensado mucho en vosotros: el futuro ha llegado al presente. Y en 2018 ya podemos disfrutar de sillas capaces de subir y bajar escaleras como IBot, girar sobre sí misma como Scewo, ir en bicicleta como Bli-ve ciclo, sillas desmontables como WHILL o solidarias para niños como Wheelcharis for Hope.
No es la única silla capaz de subir y bajar escalones, pero sí la primera capaz de situarse también sobre dos ruedas. Además, es alta, por lo que le proporciona más visibilidad al usuario y facilita la independencia de otras tareas. O algo tan sencillo y gratificante como hablar con alguien sin que te duela el cuello. ¡De eso también sabemos mucho los perros!
Este invento es uno de mis favoritos porque empezó en la facultad. Unos universitarios suizos diseñaron un prototipo de silla de ruedas que era capaz de subir y bajar escaleras. Pero no se quedaron ahí: consiguieron eliminar el auto-balanceo y que la silla se desplace sobre la plataforma tipo oruga. Pensado para que las personas que se desplazan sobre ruedas puedan ir con sus sillas sobre terrenos deslizantes como la nieve o arena muy suelta. O cualquier otro terreno complicado donde puedan necesitar la máxima tracción. Además, tienen un diseño minimalista y moderno.
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3. Bli-ve ciclo: el híbrido entre la bicicleta y la silla convencional
Dos malagueños –Juan Pineda y José F. Gámez– han hecho una especie de transformer y han fabricado una silla de ruedas que también es una bicicleta. Este híbrido se adapta a las sillas de ruedas y permite a un acompañante pedalear y pasear junto a la persona con discapacidad. Las buenas ideas suelen tener premio, y por eso ganaron la medalla de oro al mejor invento en el apartado de movilidad, en la Feria Mundial de Inventores de Bruselas.
Las sillas de ruedas suelen costar, como soléis decir los humanos, un pastizal. Por eso el argentino Pablo Kaplan diseñó unas sillas de ruedas de plástico reduciendo lo máximo posible los costes. Sus sillas cuestan 100$ y están pensados especialmente para los niños de los países en vías de desarrollo.
Esta silla la pensaron unos humanos ingenieros que trabajaron para marcas tan importantes como Sony, Toyota, Olympus o Nissan. Sin duda, para mí, se lleva el premio al diseño futurista de las que hay hasta ahora en el mercado. Pero no sólo interesa por el diseño, sino porque se puede desmontar –sin herramientas– en tres partes y para poder ser transportada fácilmente. Pesa 52 Kg y es sencilla de manejar en maniobras interiores. Además, la batería se puede retirar de la silla y cargar de forma aislada. Su filosofía tampoco se queda atrás, ya que surgió para romper el estigma de la silla de ruedas vista como debilidad o enfermedad.
La verdad, no sé si el año que viene iréis a comprar el pan con naves espaciales. Pero me conformo con que un humano con movilidad reducida sea capaz de ir a por el pan con la mayor autonomía y facilidad posible. Y, de paso, presumir de silla.