Imagina que eres mayor, que no puedes caminar o ir al servicio tú solo/a. No tienes a nadie que vele tus noches, que te ayude a preparar un plato caliente, que haga que tu casa siga pareciendo un hogar. Imagina que no tienes a nadie con quien compartir tu pensamiento, con quien leer historias o escuchar una canción. Imagina haber vivido toda una vida y que al final, no te quede más que un vacío incómodo y un montón de recuerdos que no sabes quién se los quedará. Imagina que nadie te mira, o muy pocas veces, que no te motivan a mover tu cuerpo, a sentirte vivo.
Imagina ahora que eres tú, tal y como eres, pero te mueves con silla de ruedas. Estás viajando porque tienes tiempo y economía suficiente para descubrir la cultura y el pulso de un nuevo lugar. Estás en Granada y deseas ver la alhambra o pasear por las calles blancas del barrio Albaycín. Pero te encuentras con bordillos gigantes, vehículos inadaptados y travesías inaccesibles.
Ahora imagina que en cualquiera de las dos situaciones existe alguien que ha pensado en ti. Que no estás solo/a. Read more